Fecha de publicación: Vie, 27/01/2023 - 15:19

La historia del colegio que sana heridas y promueve la reconciliación con la flauta

El día en que sus estudiantes se quedaron en silencio mientras ella interpretaba la flauta, la profe Nancy Estela Díaz encontró el camino para combatir los altos niveles de agresividad, violencia y falta de respeto que se vivía en el colegio.

Ocurrió hace 13 años, cuando la profe llegó al Colegio Técnico Jaime Pardo Leal sin saber bien cómo conectar con los estudiantes de grado tercero, quienes, dispersos, no prestaban gran atención en clase. “Cuando empecé a tocar y los vi a todos calladitos dije ‘Uy, por ahí sí es’”.

Nancy Estela Díaz es egresada de la Normal Distrital Superior María Montessori y una docente apasionada desde los 16 años. Tiene una especialización en Gerencia de Proyectos Educativos de la Universidad Cooperativa, es magíster en Gestión de la Tecnología Educativa y actualmente está estudiando un doctorado en Ciencias de la Educación en la Universidad Cuauhtémoc de México.

Esta docente se describe como inquieta. “No me quedo quieta. Siempre estoy tratando de mirar, de cambiar las cosas, de ver cómo se puede cambiar la sociedad. Yo sé que es difícil, pero aportando nuestro granito de arena se pueden lograr muchísimas cosas”. Y fue precisamente su personalidad el elemento que necesitó hace 13 años el Colegio Técnico Jaime Pardo Leal para crear el proyecto ‘Musiflautas por la paz’.

En ese momento, esta profe de tecnología llegó a la institución y se encontró con estudiantes de grado tercero con quienes no podía conectar. Un día decidió sacar la flauta de su maleta y empezar a tocar una canción. La sorpresa fue enorme al ver que todos los estudiantes quedaron en silencio y se concentraron en la música, en su profe.

La historia del colegio que sana heridas y promueve la reconciliación con la flauta

Al llegar a la institución, la docente notó que los estudiantes tenían altos niveles de agresividad, violencia y no se respetaban unos a otros. En ese entonces, Nancy era parte de un grupo musical y su flauta era su dulce compañía. Cuando empezó a tocar notó el cambio en sus estudiantes, varios de los cuales se acercaron a su profe con la idea de aprender flauta.

El proyecto comenzó siendo un rato de diversión en los descansos para aprender a tocar el instrumento. Sin embargo, con el paso del tiempo y la vinculación de cada vez más estudiantes, la rectora empezó a notar el interés de la comunidad educativa y fue así como ‘Musiflautas por la paz’ se fue sistematizando y convirtiéndose en el proyecto que es hoy en día.

Al llevar la flauta al aula, la profe comenzó a trabajar reflexiones y los estudiantes construyeron diferentes estribillos, que, según ella, son la parte más importante del proyecto. De hecho, el más conocido dice:

Compañeros, compañeros, no pelear, no pelear. Da la mano y abraza, da la mano y abraza. Ya te vi, ya te vi.

La idea es que, cada vez que hay un conflicto, los estudiantes lo interpretan con la flauta y se lo cantan a los compañeritos que están en el problema. Generalmente, esta acción hace que quienes están discutiendo se detengan, pues son conscientes de que, al escuchar la canción, deben imitar lo que dice la letra.

Tal como dice la profe “eso sirve como un mantra, pues al cantar ese estribillo lo más importante es que ellos se calman. Ese es realmente el momento en el que el estudiante se siente escuchado, logra tranquilizarse y tiene esa posibilidad de pensar nuevamente lo que ha ocurrido”. Este alternativo método contribuye a una cultura y una construcción de paz, que es lo que busca la institución.

La historia del colegio que sana heridas y promueve la reconciliación con la flauta

Alrededor de 150 niños y niñas están actualmente involucrados en el proyecto en el que reflexionan, crean estribillos y luego se encargan de difundir los mensajes a través de los Mensajeros de Paz, estudiantes encargados de llevar el mensaje no solo dentro, sino fuera la institución.

Andrea González, madre de Gabriel Esteban Castro, quien hace parte de ‘Musiflautas’ desde el 2022, afirmó que ha visto un impacto extremadamente positivo en su hijo, “A mi hijo le encanta la música, aprendió la flauta el año pasado y se le facilita. Para mí es gratificante ver que a él lo llena el arte y que a través de la música se pueda mantener ocupado”.

La historia del colegio que sana heridas y promueve la reconciliación con la flauta

“Para mí ha sido muy satisfactorio, porque uno como docente lo que siempre aspira es llegar a los estudiantes. Ellos me manifiestan a través de mensajes, de abrazos y palabras bonitas, que el tiempo que han estado en ‘Musiflautas’ les ha servido para cambiar”.

La profe es una docente satisfecha y feliz. Vive con su esposo, John Alexander López y sus dos hijos Sergio Andrés (19) y Juan David (10), los tres hombres, que afirma, son su mayor motor.

¡La educación en primer lugar! 


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