Fecha de publicación: Jue, 14/10/2021 - 17:07

La estrategia de un rector para generar amor por el campo

El sueño de Carlos Arturo López Cuervo, rector del colegio rural José Celestino Mutis, hace 5 años, fue transformarlo para que sus estudiantes amen su territorio y quieran quedarse.

Hijo de campesinos y licenciado en disciplinas del campo y la educación, hoy lidera un colegio-granja con cuatro huertas, un invernadero y estudiantes de todas las edades enamorados del campo gracias a sus enseñanzas. Les ha contagiado el arraigo cultural hacia la ruralidad de Mochuelo, en Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá.

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Cuando empezó su sueño en el 2017, el colegio José Celestino Mutis tenía un jardín agroecológico. Hoy es un paraíso de 10 fanegadas de terreno lleno de naturaleza. No solo se respira aire puro, sino, además, en cada lugar se viven las intenciones de los 1430 estudiantes y 130 docentes por conservar sus tradiciones rurales e involucrar a la comunidad de esta zona de la ciudad. 

Lo primero que hizo a su llegada fue crear el sistema de tratamiento de agua a través de biofiltros, aguas contaminadas que al ser tratadas se pueden usar para el riego de los sembrados. La profesora Adriana Parra, explica que con esta iniciativa pretende que los estudiantes apliquen lo que ven en ciencias, naturales, física, química y biología con el fin de generar aprendizajes y conciencia por el cuidado del agua.

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Luego, con la intención de ofrecer a los estudiantes espacios para desarrollar ambientes de aprendizajes propios de la ruralidad, el profesor Carlos continuó con la 'Granja agroecológica la mochuelita', a cargo de los maestros de primaria. Esta iniciativa es muy importante porque se fue construyendo a varias manos. Por ejemplo, los diseños de las construcciones y las adecuaciones del terreno se hicieron con los estudiantes de diseño arquitectónico del mismo colegio, junto con los conocimientos en zootecnia de rector.

Según el docente, se requirió “aumentar al máximo el área dedicada a la granja y de ahí surge hacer terraceo: hoy la tenemos en 4 niveles con siembra de hortalizas de clima frio como lechuga, repollo, zanahoria, remolacha, papa, cilantro, apio, brócoli, etc. Luego definimos el diseño de las instalaciones y llevar el agua tratada para los sembrados”.

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“En la granja aprendemos a sembrar y a saber el cuidado de las plantas. Es muy importante tener esos saberes básicos para poder tener una huerta en casa o si queremos tener una finca”, comentó Luisa Fernanda Clavijo, estudiante de 9º, quien sueña con tener una finca y sabe que todo lo que aprende es valioso para ese deseo.

El colegio también cuenta con un rebaño que conforma el núcleo bovino de Ciudad Bolívar, con el que se busca el mejoramiento genético de los animales que tiene el colegio junto con pequeños productores de la localidad.

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En este momento se tienen más de 100 gallinas ponedoras, 4 patos, 20 ovejas, 3 cabras, varios conejos, cuis y otros animales de compañía. Cuenta el rector que las cosechas se distribuyen con los niños que siembran y, con la producción de huevos a través del trueque, se obtienen bultos de concentrado para alimentar a los animales, esto con el propósito de hacer autosostenible el proyecto.

Con gran entusiasmo María Fernanda Espitia, de 3º de primaria, narra su experiencia: "yo aprendí a sembrar, a recoger los huevos de las gallinas, a ponerles de comer y cambiarles el agua".

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Son muchas las motivaciones que mueven al rector Carlos Arturo para soñar en grande. Una es su historia familiar y, la segunda, y la más bella para él, tener estudiantes empoderados y enamorados de su territorio.

Él es hijo de un campesino caldense descendiente de arrieros y de una campesina boyacense de familia de agricultores. Desde muy niño vivió en Usme rodeado de la producción agrícola. “En mi casa había huerta, gallinas, conejos y cerdos. Los fines de semana viajaba a visitar a mi abuela a su finca en Ciénega (Boyacá), allí tenía cultivos de papá, cebolla y había muchos animales. Desde pequeño tuve una conexión muy fuerte con el campo”, cuenta.

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Estudió una Licenciatura en Química y Bilogía y, como siempre le han gustado los animales, estudió y se graduó en tecnología en Producción Animal y en Zootecnia; luego empezó a trabajar como docente en Ciencias Naturales y mientras tanto hizo una especialización en Gestión Ambiental, otra en Informática Educativa y un magister en Educación.

Hace 21 años se vinculó a la Secretaría de Educación del Distrito. Fue maestro de aula, coordinador y desde el 2015 ha sido rector de colegios en la localidad de Ciudad Bolívar.

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Cuando arrancó su reto por ser rector lo tuvo bien claro: “quería que fuera en algún extremo de la ciudad, y que quisieran a un maestro comprometido”. Llegar a este colegio le cayó como anillo al dedo; no solo su preparación era compatible con este lugar mágico, sino sus ganas por contagiar a otros el amor por la naturaleza y los animales.

‘Tejiendo sueños’

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Entonces, surgió el proyecto ‘Tejiendo sueños’. Con mucha felicidad el rector cuenta que de esta linda experiencia solo hay buenas cosechas, como el proceso con Diana Baracaldo de 8º, con 20 años de edad y con síndrome de down. Recuerda que en el 2016 ella no entraba a clase y era muy alejada. Paralelamente él junto con otros docentes descubrieron todas las posibilidades que la lana tenía para la motricidad fina de las y los alumnos con este tipo de discapacidad. “Dianita al principio empezó a trabajar la lana con mucha dificultad, luego de un proceso de 3 años es la que más destreza maneja con la lana”.

Hoy es experta en hacer pescuezos tejidos. “Ver esa niña que no podía coger la lana y ahora verla como mueve sus manitas, enseñarles a otros compañeros y, además, decir que quiere ser profesora de tejido, eso me llena el corazón”.

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El rector Carlos dice que su orgullo son sus estudiantes. Por eso también exalta la experiencia de las y los jóvenes que optaron por la doble titulación con el SENA y el programa de Operador Turístico Local. “Son jóvenes que se sienten orgullos de vivir en la ruralidad y ven que el turismo una oportunidad para poder desarrollar un proyecto de vida bonito y que lo pueden conciliar con la vida rural”, dice con orgullo.

“Esto muestra que lo que uno debe ofrecerles a los muchachos son las mejores oportunidades de experiencia dentro del colegio, para que su paso sea de gozo y que de verdad les impacte y, como colegio, hagamos un aporte efectivo a la permanencia cultural de la comunidad a su territorio en Ciudad Bolívar”.

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Por Angélica Molina Reyes

Fotos. Guillermo Hernández Zorro (Fox)

¡La educación en primer lugar!


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