Fecha de publicación: Jue, 08/04/2021 - 10:59

El Reto de Sara

- Mi mamá falleció cuando me estaba graduando, yo tenía 16 años. Siempre había sido buena estudiante, entonces en el colegio me vieron tan mal que me dijeron – tú ya pasaste el año, si no quieres venir no vuelvas. Fue muy duro, ha sido muy duro, pero, así como salí adelante esa vez, voy a seguir, no me voy a quedar quieta -.

- Mi mamá falleció cuando me estaba graduando, yo tenía 16 años. Siempre había sido buena estudiante, entonces en el colegio me vieron tan mal que me dijeron – tú ya pasaste el año, si no quieres venir no vuelvas. Fue muy duro, ha sido muy duro, pero, así como salí adelante esa vez, voy a seguir, no me voy a quedar quieta -.

Sara lo dice como si hablara de algo que pasó hace mucho tiempo, como quien recuerda la hazaña desde la otra orilla, después de atravesar el río turbulento. Pero no fue hace tanto, solo han pasado 3 años desde que Nelly Muñoz, su madre, falleció. En un instante la vida de Sara se precipitó, rodó por un barranco y de repente le cayeron encima todos los años envueltos en uno. Por eso cuando habla parece que hubiera pasado más tiempo y que ella fuera más grande que sus 19 años.

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Un cáncer de mama se llevó a Nelly a los 48 años y casi arrastra también con los proyectos de Sara y sus dos hermanos. Hoy viven juntos y entre los tres se empujan y se dan ánimo; están decididos a tomar las riendas de sus vidas y llevarlas por el camino que cada uno de ellos ha ido trazando. No se van a quedar quietos.

Ana María es la mayor, tiene 22 años y es profesora en un colegio de Chía; Felipe tiene 21 años y estudia Dirección y producción audiovisual en la Corporación Unificada de Nacional de Educación Superior, la CUN. Con su padre no tienen contacto. Entre lo que gana Ana María y lo que ayuda la abuela se sostienen y ahí van, impulsados solo por la fuerza de su propia convicción.

Sara estudió en el colegio Instituto Laureano Gómez, en el barrio Villa Cristina de Engativá, donde ha vivido siempre. Allí aprendió a soñar, o mejor, a diseñar los sueños y convertirlos en proyectos concretos; no en vano cuando se graduó de bachiller obtuvo también el título técnico de dibujante arquitectónica. - Cuando era chiquita yo quería ser mamá, yo pensaba que esa era una profesión -, suelta una sonora carcajada y uno no puede dejar de pensar que Sara debió tener una infancia feliz y una gran mamá. - Más grande quería ser veterinaria, luego quise ser profesora y después quise ser estilista; mejor dicho, yo quiero aprender todo, saber todo y ser todo – lo dice mientras ríe y su risa inunda de esperanza cada resquicio de esta conversación.

A penas se había medio recuperado de la pérdida de su mamá, cuando Sara entró a la Academia Francesa de Belleza. Aprendió Corte, manicure y pedicure y maquillaje artístico y social. - Nadie se imagina todo lo que uno tiene que aprender para hacer esto bien – . Se refiere a las técnicas para que los cortes queden proporcionales y simétricos, para no hacerle daño a nadie con los tintes, que pueden ser tóxicos, y para diseñar un maquillaje apropiado a cada cara y cada ocasión, - pues nos es lo mismo el maquillaje artístico que el social - apunta. 

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En la academia aprendió que, para ejercer cualquier oficio, por sencillo que parezca, hay que tener conocimientos especializados, aplicar técnicas y desarrollar habilidades y destrezas. Estudió mucho y con pasión, como siempre. Duró dos años haciendo el curso, por módulos, para cumplir con todos los requisitos y obtener el grado técnico en belleza, un título avalado por las Secretarías de Salud y Educación. Cuando estaba todo listo para el grado, en el 2020, llegó la pandemia y la dejó con los crespos hechos, se canceló la ceremonia. Qué frustración. Era como si la vida se empeñara en amargarle los grados. Sin título y en plena cuarentena era imposible trabajar. Sí, qué frustración, pero ella no se quedó quieta.

Ana María la animó a participar en la convocatoria del programa Reto a la U, - si yo pudiera también lo haría- le dijo. Sara aplicó ¡y pasó!, qué felicidad. - Se llena una encuesta de la situación socioeconómica y ahí preguntan si uno tiene conectividad o no. En el momento en que me inscribí tenía conectividad, pero después de un tiempo tuve que devolverle el computador a mi hermana y me tocó seguir a punta de celular. Esa parte es difícil porque a veces tenemos y a veces no tenemos internet. Se llena el formulario, luego aparece un listado de materias y vas buscando en cada área lo que te gusta y así vas escogiendo. Se pueden escoger 8 créditos con cualquier universidad, es una maravilla. Me sorprendió mucho porque hay universidades muy buenas. Yo me inscribí en tres universidades distintas, en tres programas diferentes, danza en la San Buenaventura, Inglés en el Externado y Aspectos Sicológicos del Comportamiento Humano, en la Universidad Cooperativa de Colombia.

Sí, definitivamente Sara es alguien que quiere aprender todo, saber todo y ser todo. Uno la oye y siente que esa mujer con voz de niña es capaz de hacer cualquier cosa que se proponga, solo necesita una oportunidad a la medida de sus sueños; ella se va a encargar del resto.  Asistir a las clases fue toda una experiencia, tan rica como la misa diversidad de materias y programas que escogió.

- La profesora de danza era muy buena. Estábamos todo el tiempo con la cámara encendida y viendo a la profesora. En mi caso me hice en la sala. Desbarataba la casa, corría todo y ahí bailaba. La profesora iba corrigiéndolo a uno. Ella conectaba la pantalla a un TV y nos podía ver mucho mejor y así nos orientaba. Uno bregaba porque a veces la señal se demoraba en llegar. “Hágalo con el sonido, no con la imagen porque llega más tarde”, decía la profe-.

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De la clase de Sicología lo que más le gustó fue participar en los debates y los trabajos en grupo; y de la clase de Inglés le fascinó la creatividad de la profesora para enseñar que siempre aparecía con un recurso nuevo, cada uno más divertido que el anterior, juegos on line, videos, enlaces.

- Me gustó la facilidad que tenía cada docente para hacer su clase entretenida. Yo sabía a lo que iba y eso me favoreció, había muchachos mucho más jóvenes que no sabían cómo estar en una clase, se dispersaban y los profesores hacían todo lo posible por tenerlos con la atención centrada. En danza todos éramos Reto a la U, en la de sicología estábamos mezclados, en la de Inglés éramos 14 y 3 de ellos eran del semestre de la universidad. A los de Reto a la U nos dieron más plazo para los trabajos y nos dieron unas clases extras después de que terminó el semestre -.

- De las tres disciplinas aprendí y me divertí mucho. En danza aprendí mucho del folclore colombiano y a amar esta cultura. Solo conocíamos lo típico del colegio y ahí se nos amplió el panorama. A lo último pudimos encontrarnos para el trabajo final. Lo hicimos entre nosotros, fue una decisión de grupo. Fuimos a la Biblioteca Virgilio Barco y allí ensayamos. Fue muy bonito, descubrimos el físico de cada quien, había unos altísimos que en la cámara se veían bajitos. Nos conocimos, interactuamos y nos hicimos amigos, seguimos en contacto -.

El difícil 2020 se acabó y la ciudad volvía a moverse de nuevo. Las clases del programa Reto a la U terminaron y finalmente Sofía pudo graduarse y obtener su título técnico en belleza; ya puede trabajar, qué alivio. Cuenta que fue una ceremonia muy sencilla en un salón de la academia, pero muy, muy bonita; y lo dice así, haciendo énfasis en la palabra muy. De la experiencia Reto a la U le quedó una certeza, quiere estudiar en la universidad y va a hacer todo lo que esté a su alcance para lograrlo. Si tuviera resuelto el problema económico estudiaría lenguas modernas y sicología, así, al tiempo; porque lo interesante es la combinación de las disciplinas, dice.

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Sofía habla con la seguridad de quién sabe bien cómo convertir los sueños en proyectos y los proyectos en tareas específicas. Su camino apenas comienza, pero ella no se queda quieta y ya parece tener trazado el curso y la meta. - En 10 años, me imagino con apartamento propio, independiente y profesional; quisiera montar un salón que me dé un ingreso mientras voy estudiando y haciendo otras cosas. Me gustaría casarme y tener hijos, me parece bonito pensar que puedo compartir la vida con alguien y criar a un buen ser humano -. Sí, Sara Katherine Triana Muñoz es alguien que quiere abrazar el mundo. Aprender todo, saber todo y ser todo, como ella misma dice; ese es su reto. Sara solo necesita una oportunidad y el futuro estará ahí, al alcance de su convicción.

 

Tatiana Duplat Ayala

Febrero de 2021


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