Fecha de publicación: Jue, 08/04/2021 - 11:15

El cuento es contar

- El peor problema de Bogotá es la inseguridad y va de la mano de la pobreza, la marginalidad y la falta de oportunidades. Mejor dicho, la inequidad. El Estado tiene mucho que hacer, no se puede dormir. Se necesitan ayudas económicas y tributarias, y también impulsar la creación de empresas; que el Estado les colabore a las personas que de verdad lo necesitan, para eso está, para eso es la inversión social, que lo haga -.

La voz de Valerie llega fuerte y decidida. Sus palabras reclaman con indignación, hablan de lo que no se ha hecho en Bogotá y, con toda la razón, podrían enrojecer de la vergüenza al más curtido de los dirigentes de esta ciudad. Pero también esas palabras, de manera asertiva, dicen qué es lo que hay que hacer, proponen y señalan un camino; entonces traen consigo la esperanza y al oírlas uno se siente como reconciliado con la vida. Qué fortuna que existan personas como Valerie, formadas, informadas e interesadas en lo que ocurre a su alrededor; ojalá las tengan en cuenta, ojalá su voz pueda sonar y retumbar en la razón y el corazón de quienes toman las decisiones en la ciudad.

Valerie Chapeta Jaimes cursa noveno grado en el colegio Sagrado Corazón de Jesús Bethlemitas y estudia música en Batuta, habla casi tan rápido como piensa y cada cosa que dice lo deja pensando a uno. La conversación con ella transcurre entre carcajadas porque, además de todo, tiene un gran sentido del humor y es de esos seres privilegiados que tienen la capacidad de burlarse de sí mismos. 

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Habla de Matías, su perro, del colegio, de las materias que le gustan, de su participación en cuanta actividad le proponen y de lo importante que es opinar, debatir y hacerse escuchar. -Nosotros tenemos que tener voz y voto, no solo porque vamos a ser los líderes de esta ciudad, sino porque aquí vivimos, hoy, ahora. Aquí hemos estado toda la vida y a nadie se le había ocurrido preguntarnos qué pensamos, o qué necesitamos, o qué proponemos-. Ella es completamente consciente del poder transformador de la voz y está dispuesta a hacerse escuchar; no en vano estudia canto. Cuenta (y canta) para que la tengan en cuenta, ese es el cuento; es mucho más que un juego de palabras.

- Nos invitaron a dar ideas para el Plan de Ordenamiento Territorial, muy interesante. Nos preguntaron cómo mejorar la ciudad, qué proponíamos para mejorar las vías, el medio ambiente, la parte social, la educación. Nos pusieron a contar cuentos y a dibujar; había niños y niñas de todas las edades y todos opinaron, todos tuvieron algo qué decir y qué aportar. Me acuerdo de que salieron ideas muy buenas, que haya guardabosques que se dediquen a prevenir los incendios forestales; que haya más facilidades para la gente con discapacidad, más rampas; que en los centros comerciales permitan que entren los perros lazarillos. Cosas así, que si de verdad nos escuchan y las llevan a la práctica, van a mejorar mucho a Bogotá -.

Valerie habla de Bogotá y de sus problemas con una propiedad notable, es alguien que ha pensado la ciudad más allá de las cuadras que recorre y de los circuitos por donde se mueve. Se sumerge del todo en sus reflexiones y al instante siguiente sale a la superficie, toma aire, dice algo gracioso y estalla en una carcajada; entonces es imposible no reír con ella. - A mí me gusta mucho dormir, es lo que más me gusta en la vida. Bueno también me gustan las matemáticas, el inglés y las ciencias sociales. Me va bien en el colegio, pero no es que me la pase estudiando, no. Pongo atención a las clases y hago las tareas, por eso me va bien. Eso sí, no me gusta la biología, con saber que estoy viva y respiro es suficiente -. Cuánta profundidad en un comentario hecho a la ligera, cuántos no van por la vida sin ser conscientes de que respiran y están vivos; o peor, a cuántos no les importa que los demás estén vivos y necesiten respirar. Ciertamente, si algo tiene Valerie es consciencia.

Ahora es Maikol el que se asoma a la videollamada; él también aportó al proceso de planeación y tiene mucho qué contar. Siempre ha estudiado en el colegio Pablo Neruda, está en octavo grado, le gusta el fútbol, el tenis, montar cicla y jugar al ajedrez.

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Vive con sus padres y ahora no tiene mascotas, aunque en el pasado tuvo conejos y pollitos.  - En junio del año pasado estuve participando en el proyecto del POT y pude dar mi opinión sobre cosas que yo pensaba de la ciudad. Hablé sobre energías renovables y medios alternativos de transporte, porque creo que es urgente buscar otras maneras de movernos. Por eso estoy muy interesado en las aspas de los molinos de viento y también en las hidroeléctricas. El auto fue muy importante en la evolución, en el desarrollo, pero ya es hora de buscar energías alternativas, tenemos todo a la mano para hacerlo, no hay excusa -.

En la pantalla sobresale la cresta del peinado de Maikol Andrés Ovalle Roa y hay que mirar varias veces para confirmar que semejantes palabras, grandes y pesadas, son suyas; efectivamente brotan de él, con todo el conocimiento y el discernimiento que se requiere para pronunciar una frase así.

Para que no quepa la menor duda de su capacidad, al responder qué es el POT, dice: - Es el Plan de Ordenamiento Territorial que rige y organiza a la ciudad en su conjunto, cómo se van a construir las diferentes zonas y para qué actividad se van a utilizar, cómo se van a mantener o a construir los hospitales, los parques, y las zonas de interés público como las bibliotecas.  El plan también se ocupa del medio ambiente y de las actividades culturales y los monumentos históricos -. La voz de Maikol no solo expresa un conocimiento profundo sobre qué es, cómo se gestiona la ciudad y cuál es la importancia de la participación, sino que también encarna una manera particular de ver el mundo; una forma de ser y estar basada en el bien común y en la solidaridad. Qué fortuna para Bogotá.

Para él, además del problema ambiental, lo otro que hay que atender de manera urgente es la inseguridad, en todo sentido; no solo por los robos. El día en que vio cómo un bus atropelló a una señora embarazada, no lo va a olvidar nunca. El momento quedó grabado en su cabeza porque ocurrió en la calle que tiene que atravesar todos los días para ir al colegio - el accidente ocurrió porque la gente no respeta el semáforo, eso es muy peligroso. Si la gente pensara un poco en los demás sería más fácil la vida de todos -.

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En la otra cara de esta Bogotá de contrastes, su recuerdo más feliz de la ciudad fue cuando le pusieron la tarea de ayudar a alguien. - Compramos comida y cosas de primera necesidad, y se lo dimos a una persona de la calle. Fue una alegría inmensa, porque yo siempre la había visto en la calle, pero uno nunca sabe qué historia hay detrás. La buscamos y hablamos, la conocimos, nos reconocimos -. Maikol tiene la capacidad de preguntarse por los otros, de establecer relaciones con los demás, de ponerse en su lugar y de utilizar el conocimiento para buscar soluciones a los problemas colectivos. Maikol es un ciudadano con todas las letras bien puestas.

- Nos propusieron crear un comité editorial en el que se creen materiales para la estrategia ‘Aprende en casa’ y la comunidad bogotana. Fue muy chévere. A mí me gusta la fotografía y estuvimos en los humedales. Un día decidí ir a un humedal y tomé una foto preciosa a una Tingua y me gustó mucho compartirla. En el comité éramos 6 niños y cada uno de nosotros aportaba las ideas. Muy chévere. Nos propusieron hacer un hablador sobre los derechos de los niños y las niñas. También mandamos un mensaje de apoyo a Francisco Vera, el líder ambientalista que fue amenazado; eso es algo que me preocupa, si se ve mucha violencia aquí en Bogotá, no me quiero imaginar cómo será en otras zonas rurales. Es muy preocupante ver cómo están siendo vulnerados los derechos de los niños -.  Si bien Maikol tiene mucho por decir, los gobernantes, los dirigentes, los políticos, los líderes y los empresarios, tienen mucho por escuchar y por hacer.

Es un alivio para Bogotá contar con estos ciudadanos, hoy, ahora. Y no se trata solo Maikol y Valerie, son miles como ellos, de todas las edades y por toda la ciudad; niñas y niños con voz y opinión propia, personas con capacidad de actuar y transformar.

El Plan de Desarrollo de Bogotá recibió los aportes de 14.643 como ellos, el proceso de ajuste y revisión del POT recibió 2.041 y la consulta para pactar cómo atender el regreso a clases, en plena emergencia covid-19, recibió 23.788 (sí, veintitrés mil).

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Son ciudadanos que hay que escuchar porque desde su perspectiva captan problemas y ventajas que escapan a otras miradas, porque tienen una vivencia y un conocimiento valioso sobre esta ciudad compleja, de páramo y sabana, de cerros y rascacielos, que es una y son muchas a la vez. Son ciudadanos con las letras bien puestas, inmensos, arropados de conciencia, de conocimiento y de sensibilidad. El cuento es que cuenten y sean tenidos en cuenta.

Las niñas y los niños son ciudadanos que tienen la madurez para entender que en Bogotá puede llover y hacer sol al mismo tiempo, es hora de escucharlos.

 

Tatiana Duplat Ayala

Febrero de 2021

 


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