Fecha de publicación: Vie, 30/07/2021 - 09:18

Después de darlo todo por otros, a estas mujeres les llegó la hora de cumplir su sueño: ¡estudiar!

En las Manzanas de Cuidado de Bogotá, pasados y presentes se encuentran con un anhelo en común: estudiar para progresar. Estas son las historias de dos mujeres cuidadoras que encontraron en la educación una nueva oportunidad para sus vidas.

Aunque nació en el Tolima, Yesenia Molina González creció en La Mesa (Cundinamarca). Allí, cuando cursaba 9º y tenía 15 años de edad, quedó embarazada de su primer hijo. "Me convencieron de salirme de estudiar para tener una familia feliz”, cuenta. Así que, con mucha ilusión, emprendió ese camino, pero al cumplir a los pocos meses del nacimiento de Alexander, la persona que le prometió un hogar los abandonó.

Esta situación la llevó a volver a la casa de sus padres y empezar a buscar trabajo. Tuvo que tomar la dura decisión de separase de su bebé para venir a Bogotá a trabajar como empleada del servicio interna en una casa. Cuenta que fue una decisión muy dolorosa, pero no tuvo otra opción, durante dos años cada mes viajó sagradamente a ver a su pequeño que estaba al cuidado de sus padres.

"Luego me fui a trabajar a un asadero, con horarios de 11 de la noche a 4 de la mañana, luego trabajé en restaurantes y en pizzerías, pero casi siempre llegando a la casa a la madrugada. Fui saliendo adelante sola, pero no tuve el espacio suficiente para estudiar", recuerda.

“Hace 7 años me casé, pronto llegó Miguel Ángel de 5 años y luego Samara de 2, me dediqué a cuidar de mis tres hijos con todo el amor del mundo. Ahora, gracias al apoyo de mi esposo, pude terminar mi bachillerato”.

La oportunidad de estudiar fue coincidencia. Un día, Yesenia fue al SuperCADE Manitas en la localidad de Ciudad Bolívar a pedir un recibo de servicios públicos y se encontró con información de la Secretaría de Educación que invitaba a personas como ella a terminar el bachillerato.

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Luego de 14 años de haber dejado de estudiar, esta era la oportunidad de su vida. Y la tomó sin pensarlo un minuto más. Se inscribió, presentó un examen realizado por el colegio Paraíso Mirador e ingresó a cursar grado 11º.

"Yo empecé a estudiar a principio de este año, al estar en pandemia inicié con clases virtuales y desarrollando guías de trabajo. También tuve encuentros presenciales, mientras asistía a las clases dictadas por profesores del colegio Paraíso Mirador, me cuidaban a mi hija pequeña en una especie de jardín infantil en el SuperCADE”, cuenta Yesenia.

Con tristeza dice que hubiera querido haber terminado el bachillerato joven, "haber aplazado mis estudios me dolió, pero nunca es tarde, y ahora saber que lo logré me hace muy feliz. Esto es un impulso ahora por seguir cumpliendo mis sueños”.  

Cuenta que sueña con estudiar diseño gráfico y en compañía de su esposo tener un local de publicidad que ofrezca diseño e impresión de materiales. Además, es una costurera innata y quiere diseñar y coser ropa en la que pueda poner estampados diseñados por ella.

Esta joven pareja no descarta también poner una pizzería. Lo que tiene claro Yesenia es el deseo de salir adelante, y para ella terminar el bachillerato le va abrir muchas puertas.

Ella anhela que sus hijos se superen "que no vayan a esperar como lo hice yo para terminar el bachillerato. Yo vivía en mucha precariedad y no quiero eso para ellos, quiero ayudarles, como ya lo estoy haciendo, estando siempre en su proceso y guiándolos".

Yesenia y 12 mujeres más son las primeras que recibirán su título de bachiller y que les permitirá cumplir sus sueños, poder acceder a una labor diferente a la que están haciendo y acceder a educación complementaria para fortalecer sus capacidades.

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Es este momento ella está haciendo un curso de Sistemas ofrecido por la Secretaría de la Mujer en convenio con el Sena en la 'Manzana de cuidado' de Ciudad Bolívar, "allí estoy aprendiendo Excel, Word, Power Point. Mientras tomo el curso me cuidan a Samara, esta es una súper ventaja para poder estudiar. También en la sala TIC me prestan el computador para hacer tareas o tomar algunas clases virtuales", cuenta.

Esta oferta educativa con la que se beneficia Yesenia, está dirigida a mujeres cuidadoras de niñas y niños menores de 5 años, personas con discapacidad o adultos mayores que no han culminado o iniciado sus procesos educativos. El propósito es que logren su título de bachiller con modelos de educación flexible y diferencial ofrecidos por la Secretaría de Educación.

"Acoplamos la oferta educativa a las necesidades de ellas, con horarios que se les facilite. Y, haciendo dupla con la Secretaría de Integración Social, ofrecemos cuidado a las personas que ellas cuidan mientras ellas asisten a clases", explica Virginia Torres, directora de Inclusión e Integración de Poblaciones de la Secretaría de Educación.

“He ido mucho a los salones de clase, pero nunca a estudiar”

Desde muy pequeña, María Leonilde León de Betancourt escuchó decir que Colombia era un desastre: “mi mamá me contó que ella, estando en dieta después de mi nacimiento, le tocó salir corriendo conmigo de la casa y esconderse entre los árboles de café. También me contaba que mis abuelos nos ponían hojas de plátano para que no nos vieran quienes nos buscaban para matarnos”.

Así cuenta doña María que salieron desplazados para El Castillo (Meta). Estando allá conoció a su esposo con quien se casó a los 15 años, cuenta entre carcajadas que su papá le puso plazo de 20 días a su novio para casarse, “¡imagínese eso! yo lo quería y nos casamos, vivimos juntos hasta que murió hace 12 años”.

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En la década del 2000 ella, junto a sus hermanos, sus 8 hijos y nietos sufrió un nuevo desplazamiento otra vez causado por la violencia. Esta vez llegaron a Bogotá, el lugar que podría ofrecer oportunidades para trabajar y que sus hijos pudieran estudiar, pues no quería dejarlos sin estudio como le sucedió a ella.

Hoy en día vive con una de sus hijas, quien tiene una discapacidad física que le dificulta caminar, y con su nieto de 16 años.

A sus 71 años, esta ama de casa y jefe de hogar decidió estudiar. Nunca tuvo la oportunidad de aprender a leer y escribir, alcanzó a ir a una escuelita cuando tenía 10 años, pero fue muy poco porque la sacaron para ayudar a cuidar a un hermanito que nació en ese momento y luego sus papás no la metieron más al colegio. “Aunque, cuando me casé, fui 3 meses a la nocturna y aprendí alguito".

Yo he ido mucho a los salones de clase, por mis hijos y nietos para matricularlos, llevarlos a estudiar o a recibir las notas, pero yo nunca a estudiar y ahora me tocó el turno. Antes no lo había hecho porque no había tenido la oportunidad, supe del programa en el SuperCADE Manitas, pero no estaba tan convencida. Mi hija me dijo ‘¡hágale!’ y ahí estoy con mucha ilusión. Cuando mi hija me acompaña, está al cuidado de personas mientras yo voy a clase. También la profesora me llama para preguntar cómo voy con las tareas".

Doña María se encuentra en ciclo 1, el cual comprende 1º, 2º y 3º de primaria, se adapta a su desarrollo individual. Si ella requiere estar por un tiempo mayor que otros lo puede hacer, hasta que adquiera los conocimientos y habilidades para pasar al siguiente ciclo. Aunque ella no entiende muy bien lo de los ciclos, está feliz porque está aprendiendo.

Con mucha emoción dice: “decidí estudiar porque yo veo que el que estudia progresa y es una gran necesidad" y también comenta que de esta experiencia de volver a estudiar lo que más le ha gustado es que aprende y se relaciona con otras personas.

Este programa de educación flexible que les cambió la vida a doña María y a Yesenia se enmarca en el Sistema Distrital de Cuidado que busca principalmente equilibrar los trabajos de cuidado que han recaído por años en los hombros de las mujeres. En este momento, cuenta con una matrícula de 205 mujeres y alrededor de 400 personas inscritas para el siguiente semestre y una cobertura en 6 localidades.

 

¡La educación en primer lugar!


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