Fecha de publicación: Vie, 15/07/2016 - 11:43

NIÑEZ DE USAQUÉN LLENA DE COLOR LAS CALLES POR EL DERECHO A LA CIUDAD

En el barrio Cerro Norte, los más pequeños del colegio Agustín Fernández pintan para transformar su entorno, construir memoria y apropiarse de su territorio. Así, el cemento se convierte en el mejor reflejo de la vida y la esperanza para esta comunidad.

El pavimento es el lienzo en el que Alejandra, una pequeña de 5 años del colegio Agustín Fernández, deja volar su creatividad. Con coloridos trazos verdes y amarillos, plasma sus sueños, la imagen de sí misma y la de su familia.

Ella es una de los 18 estudiantes que cursan el grado jardín en la sede C de esta institución educativa. Con sus compañeritos y la maestra de primera infancia Ruth Albarracín, se encargan dellenar de vida las calles de un barrio de Bogotá acogido por los cerros orientales, en el que, pocas décadas atrás, sus habitantes crearon esta y otra escuela, el acueducto y las vías.

Desde allí se observa la ciudad de los edificios altos y las grandes avenidas, mientras los pequeños ríen, aprenden y crecen alrededor de las casas de ladrillo y las calles empinadas, en un entorno estigmatizado por problemáticas como la violencia intrafamiliar y la delincuencia.

Es en este contexto donde la profe Ruth se propuso hablar del derecho a la ciudad. Convencida de la importancia de que niñas y niños conozcan su derecho a vivir y disfrutar de su vecindario, su localidad y su ciudad, esta maestra cambió el aula de clase por las calles del barrio Cerro Norte. Su misión: lograr que sus estudiantes se apropien del territorio, construir memoria local y fortalecer los lazos con la comunidad vecina. 

A través del arte y la pintura, y durante los últimos 9 años, esta maestra lidera una lucha por posicionar a la primera infancia en este territorio, la cual ha calado en cada uno de sus estudiantes. Al preguntarles cuáles son sus derechos, Alejandro contesta con mucho entusiasmo: “¡A pintar la calle!”. 

En cada oportunidad que tienen para ‘tomarse’ las calles con expresiones artísticas y culturales, su presencia y el color que impregnan sobre el cemento, le ‘cambian la cara’ a este territorio que, con las acciones de las niñas y los niños, vive el reencuentro y la reconciliación entre sus vecinos.

“Sueño que sigamos ‘tomándonos las calles’, los parques y la ciudad; que en los colegios niñas y niños llenen de color y vida sus entornos, y que sean reconocidos como los autores de estas obras. "Estas son las acciones de paz con las que construimos una ciudad educadora”, concluye Ruth, una maestra que con amor y entrega se propuso transformar la realidad de sus estudiantes en la localidad de Usaquén.

Vea la historia de estos pequeños artistas

 


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