Fecha de publicación: Mié, 10/08/2016 - 17:50

CARACTERÍSTICAS DE UNA ESCUELA PARA LA PAZ, SEGÚN ABRAHAM MAGENDZO

El experto en educación chileno conversó con maestras y maestros de la educación oficial de Bogotá sobre las líneas que debe seguir la escuela para tener un papel determinante, real y activo a la hora de hablar de paz.

Con más de 40 años de carrera profesional en el plano educativo y una nutrida experiencia en educación en Derechos Humanos, currículo y evaluación, y formación ciudadana, el pensador chileno Abraham Magendzo compartió con más de 200 directivos, directivos docentes y maestros de la Secretaría de Educación del Distrito las características que, para él, debe tener una escuela para la paz.

Transformar el discurso en acciones, invitar a la participación activa de todos los actores involucrados dentro del proceso, vincular al discurso de la paz el ejercicio de los Derechos Humanos y apostarle al diálogo abierto y horizontal, son las cuatro propuestas que el Doctor en Educación de la Universidad de Los Ángeles (UCLA) y Master en Educación e Historia de la Universidad Hebrea Jerusalén-Israel, propuso para emprender este camino hacia un país en paz que, como señaló, “es un proceso largo, que no se consigue en una bandeja de plata, pero que vale la pena intentarlo”.

Las cuatro tesis que una escuela para la paz requiere, según Abraham Magendzo

La escuela para la paz requiere traducir el discurso en acciones: No es suficiente hacer declaraciones sobre la importancia que la paz tiene en el ámbito escolar si estas no se reflejan en el quehacer integral de la escuela, en su currículo, en su pedagogía, en los sistemas de evaluación, en los reglamentos disciplinarios, en las relaciones interpersonales y en la convivencia pacífica. Si un discurso de paz no va acompañado de una cultura escolar democrática, dicho discurso va a ser en vano.

La escuela para la paz es una construcción social: Este proceso necesita tiempo y compromiso porque promover una convivencia pacífica en la escuela, requiere que docentes y estudiantes lean, investiguen y conozcan el tema. La escuela está llamada a esclarecer y abrir la mente, es un desafío intelectual donde todos tenemos que participar y aprender a escuchar al otro que piensa distinto a mí.

C

Vinculación de la escuela para la paz con los Derechos Humanos: La paz es un derecho exigible e irrenunciable y respetar al otro como legítimo otro, es un acto de paz. Por ello, la escuela y los docentes deben ser impulsores de la transformación de una realidad injusta, individualista y de dominación, a una cultura donde prevalezca la justicia y el análisis crítico y propositivo que permita edificar una cultura de Derechos Humanos. No podemos construir una paz sin el respeto por los DDHH.

La escuela para la paz es un espacio para la educación dialógica que no evade las controversias, conflictos y tensiones: La educación históricamente ha evitado la controversia en todos los campos del saber y una escuela para la paz, contrariamente a lo que muchos podrían pensar, no es aquella que evita las situaciones y temas controversiales. No es una escuela neutra que elude el conflicto, que desconoce que existen miradas distintas para situarse en un mundo cambiante y polémico. Es una escuela que confronta, que acepta la diferencia, que invita al diálogo y que le da espacio a la controversia pacífica porque si estamos hablando de paz, debo aprender a escuchar empáticamente sin importar cuál sea mi posición.

Magendzo asegura que crear y sustentar una escuela para la paz en el complejo contexto de este país, es un reto que todos los colombianos debemos darnos la oportunidad de asumir porque, aunque es un gran desafío, no es imposible de alcanzar.

Por esto, en Bogotá educar para la paz, la reconciliación y el reencuentro es una de las prioridades incluidas en el Plan de Desarrollo del actual gobierno, en donde es fundamental hacer equipo con los protagonistas de las comunidades educativas y con toda la sociedad y fortalecer las competencias socioemocionales de los estudiantes, la promoción de la participación, la cultura ciudadana, la sana convivencia y el mejoramiento del clima escolar y de los entornos escolares.

Reduciendo estos factores de riesgo, reconociendo las diferencias y promoviendo el reencuentro y la reconciliación, lograremos que la educación sea una experiencia significativa y los colegios sean espacios para aportar en la construcción de una ciudad y un país con una paz duradera.

Porque una ciudad en paz, es una Bogotá Mejor Para Todos.

 


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