Fecha de publicación: Lun, 26/12/2016 - 15:19

CON JUEGOS TRADICIONALES Y DE MESA, COLEGIO DE BOGOTÁ ENSEÑA DERECHOS HUMANOS

Alrededor del parqués, la rana y el bingo, los estudiantes del colegio Benjamín Herrera aprenden sobre el respeto a la vida, a la diversidad y a la libertad. Conozca este proyecto con el que Bogotá educa para la paz.

En el colegio Benjamín Herrera, la libertad de pensamiento y religión, la igualdad y el respeto son temas comunes a la hora del recreo, momento en que, alrededor de pupitres, los estudiantes se juntan para participar en variados juegos de mesa.

No se trata de clásicos juegos. Son versiones originales, pensadas y diseñadas por los mismos jóvenes, que en su dinámica hacen alusión a los derechos humanos y a problemáticas que los trasgreden, como la violencia o la discriminación.

Ellos hacen parte del proyecto ‘Construyamos un mundo en armonía de derechos y deberes’, liderado por los maestros Jairo Salamanca y Miguel Plazas, el cual tiene como propósito contribuir a la formación integral de la comunidad a partir de la promoción, divulgación y cumplimiento de estos principios y libertades.

Jairo y Miguel, dos maestros convencidos del poder de la educación para transformar a los individuos y su entorno, le apostaron al juego como estrategia para formar a una nueva generación de estudiantes para quienes el respeto prima a la hora de relacionarse unos con otros. Por su experiencia pedagógica, además, fueron nominados al premio Compartir al Maestro en su edición 2016. 

“Antes en el colegio teníamos muchos conflictos de convivencia. Por eso pensamos que, a través de este tema, la lúdica y la investigación, podríamos motivar a los estudiantes a transformar esta forma de relacionarse. Y creo que lo hemos logrado: hoy hay respeto y tolerancia”, explica el profe Jairo. 

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Lanzar los dados por los derechos humanos

La regla es fácil. Para poder avanzar la cantidad de casillas que indican los dados hay que superar un reto: contestar correctamente una pregunta sobre derechos humanos. Así se juega parqués en este colegio de Puente Aranda, como una oportunidad para reflexionar, divertirse y aprender al mismo tiempo.

Para quienes prefieren juegos tradicionales de más ‘acción’ también está la opción de jugar rana. El estudiante David Díaz creó y modificó las reglas del juego de tal forma que los puntajes solo suman para quienes responden correctamente a sus inquietudes.

¿Por qué se inventaron los derechos?, ¿qué es el derecho a la familia?, ¿cómo puedes promover los derechos en la sociedad? y ¿el trabajo es un derecho o un deber? son algunas de las preguntas que deben contestar quienes aciertan en su lanzamiento.

En el patio del colegio hay juegos para todos los gustos, como una versión propia de ‘Uno’, un bingo con balotas y una lotería clásica, todos diseñados por los estudiantes en diversidad de materiales. Los creadores no disimulan su entusiasmo y para estimular la participación de más niños inventaron premios o reconocimientos, por lo que se vuelve una verdadera competición. 

“A todos les gusta el bingo porque juegan la suerte y los conocimientos para ganar”, dice uno de los inventores de esta versión mientras su compañero enuncia cada una de las balotas que sale seleccionada.

“Si esos juegos llegaran a otros colegios de Bogotá, podríamos generar un gran impacto en la convivencia escolar”, afirma el profe Jairo, tras explicar que de esta forma los descansos en el colegio Benjamín Herrera se han convertido en espacios lúdicos de aprendizaje en los que la igualdad, la tolerancia, el respeto, la no discriminación y la no violencia son temas cotidianos entre los estudiantes. 

Investigar para transformar

Luego de trabajar en las propuestas de estos juegos, los estudiantes plantean investigaciones en esta misma línea temática. Cuando están en grado 9º se centran en crear los juegos, mientras en 10º y 11º se enfocan en investigar y profundizar.

Lina Velásquez, por ejemplo, creó un juego sobre hostigamiento escolar para que los participantes expresaran sus percepciones acerca de cómo esta práctica se presentaba en su salón de clases. Luego decidió profundizar en su investigación sobre el derecho al libre desarrollo de la personalidad.

“Fue muy positivo porque quienes jugaban podían pensar no solamente sobre los derechos humanos en general, sino sobre cómo estos se veían afectados en su cotidianidad. Así fuimos mejorando la convivencia”, resalta la estudiante de grado 11º.

Para Lina, tanto el diseño del juego como el proceso investigativo fueron experiencias muy significativas, pues, en sus palabras, “esto permite que niños y jóvenes nos empoderemos sobre cuáles son nuestros derechos, los conozcamos y podamos exigir respeto”.

Además, como asegura el profe Miguel Plazas, este proyecto contribuye al momento histórico que experimenta el país y es una estrategia con la que la escuela educa para el reencuentro, la reconciliación y la paz.

“La paz se construye en las comunidades, en los colegios y las familias. Cuando colocamos los derechos y los deberes como un elemento central de la educación, estamos formando seres humanos respetuosos de sí mismos y de los otros, personas capaces de convivir pacíficamente”, concluye el docente de ciencias sociales.

Porque una ciudad educadora es una Bogotá mejor para todos.

 


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