Fecha de publicación: Jue, 29/12/2016 - 14:51

‘CHE Y UNA CASITA DE SOLUCIONES’, UN PROYECTO QUE REPARA Y ALIVIA DESDE LA ESCUELA

Con la ayuda de un peluche y una casa de cartón, la profe Ana Milena Pinzón enseña el poder de la resiliencia a los niños de primaria del colegio Sotavento de Ciudad Bolívar. Un proyecto donde el diálogo es la herramienta más poderosa. Conozca su historia.

Abrir en el colegio un espacio neutral para buscar soluciones y fomentar el diálogo como herramienta para la resolución de conflictos en las niñas y niños de primaria, es el objetivo de ‘Che y una casita de soluciones’, un proyecto donde las niñas y los niños son los protagonistas.

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Así lo repite una y otra vez la profesora Ana Milena Pinzón quien, al llegar al colegio Sotavento, se percató de que existían algunos problemas de convivencia en la institución.

“Para tratar de mejorar estos conflictos, traje un muñequito llamado ‘Che’. Él era argentino, no era aburrido y tenía una autoestima muy alta. A los niños les gustó mucho este personaje porque les enseñaba a compartir, subía su autoestima, les ayudaba a solucionar sus problemas y podían llevarlo a su casa, por eso Che comenzó a viajar y tiene fotos por todo el mundo”, explica la profesora Ana Milena.

Aunque la situación iba mejorando de a pocos, los conflictos continuaban. Fue por eso que Jhordy Montero, uno de los estudiantes de la profesora Ana Milena, llegó un día con una gran solución.

“Había mucho conflicto en el salón. Entonces pensé en hacer un lugar donde se pudieran resolver los problemas. Ahí fue cuando hice una casa de cartón con mi mamá”, comenta Jhordy que, aunque ya no es alumno de la profesora Adriana, aún la acompaña y apoya en todas las actividades de este proyecto.

Respirar profundo, pensar positivo, buscar ayuda, tener opciones, actuar, evaluar y dar amor, son los siete pasos que deben seguir todos los que entran a la casita que, gracias al compromiso de los integrantes de esta aventura, creció y creció hasta salir del salón de su clase e involucrar a toda la comunidad educativa del colegio Sotavento.

Por una escuela que sana, repara y nunca enferma

Luego de ver que la casita funcionaba, los niños propusieron pasarla a un espacio que había debajo de las escaleras para que pudieran entrar más personas. Así surgió la figura de presidentes y los príncipes.

“Cuando ocurre un conflicto, los mismos niños evalúan si es necesario ir a la casita o no. Si deciden que sí, van los niños involucrados, los príncipes y los presidentes y entre ellos encuentran una solución – señala la profesora Ana Milena -. Esto los ha empoderado mucho y les ha enseñado a leerse entre ellos mismos y a ser más comprensivos porque, antes de discutir, buscan una opción para ayudar a su compañerito”.

Gracias al éxito de la estrategia y motivada por sus estudiantes, esta docente, nominada al Premio Compartir al Maestro 2015, compartió la experiencia con una escuela de Bélgica que, al ver los logros de la iniciativa, decidieron donar el dinero para darle a ‘Che’ y sus ‘ches’ una casita hecha con ladrillos de verdad.

Con esta donación, no sólo lograron fabricar su propia casa con ladrillos ecológicos, sino también, compartieron su alegría con dos escuelas en Cauca y Casanare para que ellos hicieran lo mismo en sus instituciones.

“Hoy vine a ayudar a construir la casa porque cuando conocí la historia de Che me pareció encantadora. El hecho de que se estén promoviendo entre los niños espacios donde haya probabilidad de diálogo y soluciones es invaluable, y más en este momento del país donde lo que necesitamos es aprender a escucharnos”, comenta Hernando Llanos, creador de los ladrillos hechos con plástico reciclado – Bloqueplas – con los que la caja de cartón de ‘Che’ se convirtió en una amplia y cómoda casita de soluciones.

Con esta nueva instalación, los estudiantes de la profesora Ana Milena esperan invitar a todos los estudiantes del colegio Sotavento a que se animen a conocer a ‘Che’ y utilizar la casita cuando sea necesario.

“Es en la escuela donde podemos hacer todo el engranaje para construir un ser humano distinto. A veces pasan más tiempo con los profesores que son sus familias y eso conlleva a una responsabilidad. Por eso, debemos saber qué está pasando por la mente y el corazón de nuestros estudiantes para crear una escuela que sea una escuela que sane, cure y repare”, dice Ana Milena para quien la docencia se trata de tocar y transformar vidas.

Enseñar a nunca perder los sueños

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Resiliencia viene del latín resilio que significa ‘saltar hacia atrás, rebotar, replegarse’. En otras palabras, la resiliencia se trata de la capacidad del ser humano para afrontar la adversidad y es esto precisamente, lo que la profesora Ana Milena espera que sus pequeños estudiantes aprendan en su salón de clase para llevarlo con ellos por el resto de sus vidas.

“Un niño que tiene excelente autoestima y una excelente motivación, es un niño que a pesar de que no tenga las mejores calificaciones o rendimiento académico, va a poder avanzar. Un niño que tenga la capacidad de autoevaluarse y de levantarse a pesar de las dificultades, va a tener más oportunidades, por eso debemos formar niños resilientes capaces de afrontar la vida”, comenta la docente Ana Milena.

Es en ese sentido que todas las mañanas los alumnos de la profe Ana Milena inician la clase con un emotivo saludo que Dylan López, de 8 años, recita con emoción:

“Que tengas un feliz día lleno de alegría, que te vaya bien, que encuentres soluciones, que tu familia te quiera y tú también. Que seas positivo como el sombrero amarillo, que seas líder como el sombrero azul, que seas emocional como el sombrero rojo, que seas creativo como el sombrero verde, que seas neutral como el sombrero blanco, que seas negativo como el sombrero negro para que sepas que debes cambiar para ser mejor persona”.

Al terminar el saludo, Dylan explica que este ejercicio les ha ayudado mucho a todos. “Por las mañanas decidimos quiénes necesitan los sombreros. Entonces si vemos que alguien llora mucho le damos el sombrero blanco y así. A mí me gusta porque me enseña a buscar soluciones”, dice el pequeño.

Continuar empoderando a sus estudiantes para hacer de ellos mejores personas, es el objetivo de esta docente que, desde el afecto, la inteligencia emocional y la resiliencia, aporta para hacer de esta ciudad educadora, una Bogotá Mejor Para Todos.

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Por Paula Andrea Fuentes

Fotos Juan Pablo Duarte


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