Fecha de publicación: Mié, 08/11/2017 - 17:19

HAY QUE EDUCAR EN LA AUSTERIDAD Y LA CONCIENCIA COLECTIVA: BRIGITTE BAPTISTE

¿Cómo hablar de sostenibilidad con niños y jóvenes y hacia dónde debe apuntar la educación para hacerle frente a los actuales retos ambientales? En esta entrevista, la directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, nos da algunas pistas.

La huella ecológica de más de 7 billones de personas que a diario consumen y desechan grandes cantidades de recursos provenientes del planeta, parece tener su origen en una desconexión sin precedentes entre nuestras prácticas y formas de vida, y sus efectos sobre los ecosistemas (incluidos nosotros) en la tierra.

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Así lo cree Brigitte Baptiste, autoridad latinoamericana en gestión ambiental, conservación de paisajes rurales y ecología de sistemas y una de las invitadas al Foro Educativo Distrital, para hablar sobre educación y sostenibilidad.

Justamente, Brigitte reflexiona en esta entrevista sobre esa huella ambiental que, más que una enfermedad incurable, es una oportunidad para sanar al mundo a la que debe vincularse la escuela.

¿En qué debe enfocarse la educación para construir soluciones a escala regional y de país? ¿Qué significa que los colegios sean centros de debate y experimentación social y ambiental? Esto fue lo que nos dijo.

Secretaría de Educación: En su concepto, ¿qué tan grave es el problema que vive hoy nuestro planeta?

Brigitte Baptiste: Estamos metidos en un problema serio, indudablemente. Pero eso también está permitiendo entender cómo es que llegamos a esta situación. En qué momento sucedió, justo cuando pareciera que el mundo estaba haciendo las mejores cosas, cuando tenemos mejor calidad de vida, medicina de alta tecnología, satélites y un mundo tan desarrollado. Pero fuimos siendo ciegos a lo que eso implicaba en el planeta, el cambio climático, la destrucción.

No importa si somos hippies o no. Lo importante ahora es solucionar el problema, necesitamos repensar sobre lo que está dejando un impacto negativo muy grande. Necesitamos pensar hacia adelante.

¿No es muy tarde para detenerse y cambiar el rumbo de las cosas?

No nos podemos asustar y decir no más satélites, no más hospitales, no más educación moderna. Aunque para hacer paneles solares se necesita minería, para hacer robótica se necesita cobre y tantalio, y para tener redes y ecosistemas digitales necesitamos nuestros dispositivos.

Son inevitables ciertos niveles de continuidad de las formas productivas y extractivas que tenemos. Entonces ¿cómo lo vamos a resolver? Ese es un reto grande para las generaciones que vienen, que están enfrentadas a esas preguntas del cómo: minería sí, pero no así. Agua ¿cómo?, energía ¿de cuál?, comida ¿de dónde? Hay un mundo en crisis.

Y parece que ya no aguanta más…

Somos entre 7 y 8 billones de seres humanos y vamos a ser 12 o probablemente 15. No es tan fácil pensar en alimentar 15 millones de millones de personas. En Bogotá somos 8 millones (de personas) mal contados que requieren agua, servicios. Entonces cómo pasar del impacto negativo, de la destrucción que implica nuestra actividad a un papel de restauración. Vamos a necesitar mucha creatividad.

¿Por dónde podemos empezar esa restauración?

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Creo que se le debe dar más valor a la colectividad. A la vida y al disfrute colectivo de la vida porque estamos conectados entre todos nosotros. Todos dependemos los unos de los otros, no solamente como seres humanos sino con los otros seres vivos que hay en el planeta. Entonces la educación para hacer consciencia nuevamente de esa conectividad, de los efectos que nuestro comportamiento tiene en los demás, es fundamental. Para no convertirnos en ególatras absolutos. 

Usted dice que no ver lo que hacemos es la materia prima de la insostenibilidad. ¿Qué es entonces la sostenibilidad?

Es la preocupación por la distribución de los efectos que nuestros hábitos tienen en el mundo. Lo que consumo, lo que hago y lo que digo incide en los demás. A veces quitándoles derechos, a veces afectando severamente posibilidades.

Si no tenemos posibilidades, oportunidades iguales, pues no podemos construir en el futuro también de una manera justa y equitativa. La sostenibilidad nos ayudó a entender que no hay ruptura entre naturaleza y gente, entre naturaleza y sociedad, sino que por el contrario todos tenemos un papel que jugar. La sostenibilidad es tratar de entender que lo que nosotros comemos o desechamos tiene impacto seguro o de algún tipo.

Y ahí es donde está el punto de quiebre…

La colectividad a veces se nos pierde y por eso la sostenibilidad invita a pensar la conexión. Con qué estamos conectados, de dónde viene el agua que bebemos. Allí también vive gente y es gente que está produciendo la comida que se trae a la ciudad. Y los desechos que producimos como las heces fecales ¿a dónde van?

¿Cómo es o debe ser la educación para la sostenibilidad ambiental?

En los años 80 se empezó a hablar de educación ambiental como si toda la educación no tuviera que ser ambiental. Uno no educa en el vacío: ¿cómo hace uno para hacer algo que sea ambientalmente adecuado cuando estás en la mitad de la ciudad y todos pensamos que el ambiente queda en otro lado?

Creo que todavía estamos en esa lucha por entender que uno educa en un contexto. La sabana de Bogotá, el altiplano cundiboyasence, donde vivimos. Uno educa en la casa de uno. Eso nos cambia muchos de los detalles sobre con quién nos relacionamos y con quién tomamos decisiones.

¿Hacia dónde debe apuntar la educación para construir sostenibilidad?

Los proyectos positivos tienen que empezar a conectarse para poder intercambiar ideas, para poder conectar a esos miles de niños y jóvenes que están empezando a pensar en el futuro y empezar a construir soluciones de escala regional y de país.

Hay que hacer un debate de una manera muy ilustrada y muy tranquila para no cometer errores y con muchos experimentos. Y los colegios deben ser esos centros de debate, donde se hagan esos experimentos sociales y ambientales. Es importante el principio de la educación en la ciencia, en la innovación y en la creatividad, pero también en la austeridad y en la conciencia. Y trabajar en red.

Sumar y multiplicar las cosas positivas

Pasar de una escuela maravillosa a cien o a mil colegios y que haya una política educativa que reconozca esta situación como un problema central del futuro cercano y digamos que de ahí se parta para construir sostenibilidad. El trabajo en red es muy importante para buscar respuestas a esos retos tan grandes.

¿Cómo hablar de sostenibilidad con los niños?

Hablar del tema con los niños es chévere. A medida que vamos creciendo se nos olvida por ejemplo que somos responsables de nuestras heces fecales. Volver a pensar esas cosas es lo que genera equidad y respeto en el presente.

Y, por último, la noción del futuro. En los colegios es muy chévere porque los niños están creciendo. Allá transcurre una gran parte de la vida formativa y en el momento en que entró al colegio y en el que salió ha habido muchos cambios. Y se puede apreciar realmente como lo que se hacía hace 10 años hoy en día está influyendo en mi propia vida.

¿Y con los jóvenes?

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Para los estudiantes de 11º es cómo ha cambiado el mundo y como están afectando las decisiones que se tomaron hace 10 años y ellos van a tomar decisiones que los van a afectar a ustedes mismos y a las generaciones futuras.

Todo lo que hagamos hoy tiene efectos mañana, ojalá que los efectos sean menos dañinos. Ojalá que el impacto sea no solo positivo sino de sanación, de recuperación porque la huella ecológica de la humanidad ha sido muy grande. En la escuela necesitamos que eso se discuta y que el colegio se convierta en un motor de cambio y en una perspectiva de vida sostenible.

Sin embargo, en nuestros entornos habituales pareciera que el mensaje es que tenemos que consumir más…

Esos son conflictos que todos tenemos en la cotidianidad. Y tiene que ver con la noción de placer y la base del buen vivir. Lo que significa gozarse la vida y cómo enseñamos a gozar la vida como la base de la existencia.

El placer de estar en conexión con otros es probablemente la razón por la que estamos tan metidos en las redes sociales y ese es un resultado positivo de la tecnología. Hay que ver si definitivamente el consumismo desaforado sin significado es lo que tenemos que afrontar. La pregunta que debemos hacernos es ¿para qué nos sirve eso?, ¿para qué lo necesitamos?, ¿por qué vamos a determinados lugares?

De alguna manera nos convencimos que es adentro de las aulas en donde se aprende, pero resulta que el aula es todo lo que hay bajo el sol. Una buena caminata al páramo seguro para todos sería de un enriquecimiento gigantesco y gozoso. Un día en el páramo equivale a muchísimo más que 10 fiestas de alto voltaje. Lo que no quiere decir que dejemos de ir a fiestas, pero recuperemos y démosle sentido a la noción de disfrutar y replanteemos el tema del consumo.

En el mundo se habla mucho de economías verdes, limpias, azules. ¿Es hora de una pedagogía verde?

Construir una pedagogía económica o del pos consumo, o una de las economías solidarias responsables, es una tarea que debe comenzar en la escuela. Porque implica una reflexión exactamente sobre la huella ecológica, lo que costó realmente que yo esté sentada aquí hablando con ustedes, requiere una consciencia grande.

Valorar adecuadamente eso hace que nos demos cuenta de que casi nada se paga con dinero, solamente. Que la economía tiene que reconocer que hay muchos otros elementos que son importantes y que hay que saber valorar.

¿Cuál es el papel de los colegios y de la ruralidad de Bogotá con la parte urbana?

Es fundamental. El papel de los colegios rurales son la piedra angular de la educación integradora. Para que la gente entienda de dónde viene la comida, cómo es la vida rural, porqué esa asimetría tan marcada entre lo urbano y lo rural se debe a que dentro de la ciudad nos vamos volviendo ciegos, sordos, mudos e incapaces de entender esas conexiones. Entonces, una iniciativa de ruralidad para la sostenibilidad urbana sería maravillosa.

¿Y el aporte de lo urbano a lo rural?

Igualmente. En la ciudad se acumulan muchos recursos y capacidades que a veces no disponen los colegios rurales y que serían la contraparte y la compensación para hacer un buen negocio de cooperación.

Para finalizar, ¿cuál cree que es el mayor reto de la educación para impulsar la sostenibilidad?

El reto es recuperar el contexto ambiental de la educación. La educación en Bogotá para Bogotá sin volvernos solamente sobre nosotros mismos, porque mirándonos el ombligo no vamos a resolver problemas planetarios.

Cómo se constituyeron los distintos barrios de Bogotá, qué había ahí, quiénes llegaron para poder discutir nuestro origen, nuestra identidad y decir ah bueno, hoy en día estamos en determinadas condiciones. Hay procesos históricos que se fueron construyendo con el tiempo de muchas formas.

El reto es cómo recuperar esa historia para poder pensar sobre ella. La historia del suelo, de las montañas porque ese proceso no ocurre siempre. No es mirándonos los zapatos sino mirando el paisaje. Esto es posible y no se necesita una gran reforma curricular.

Por Esteban Pineda

Porque una ciudad educadora es una Bogotá mejor para todos


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