Fecha de publicación: Lun, 08/10/2018 - 12:08

REDESCUBRIENDO LAS RAÍCES AFRO EN LA CLASE DE LA ‘SEÑO TEFY’

Su salón es una ‘afroteca’ en la que se aprende a ritmo de champeta y con sabor a salpicón. Una de las experiencias de Bogotá en la implementación de la Cátedra de Estudios Afocolombianos, orientada al reconocimiento de los más de 3 mil estudiantes afro que hacen parte del sistema educativo oficial.

“Había una vez una niña bonita, bien bonita. Tenía los ojos como dos aceitunas negras, lisas y muy brillantes. Su cabello era rizado y negro, muy negro, como hecho de finas hebras de la noche. Su piel era oscura y lustrosa, más suave que la piel de la pantera cuando juega en la lluvia.

A su mamá le encantaba y a veces le hacía unas trencitas todas adornadas con cintas de colores. Y la niña bonita terminaba pareciendo una princesa de las tierras de África o un hada del reino de la luna”.

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El anterior es un fragmento del cuento 'Niña bonita' de la escritora brasileña Ana María Machado. Es también es el texto con el que la maestra Stefany García Deluque inicia la Cátedra de Estudios Afrocolombianos en el curso 101 del colegio Marco Fidel Suárez de la localidad de Tunjuelito. Según recuerda la docente, hace 7 años incorporó esta práctica educativa a sus clases, cuando se reconoció como afrodescendiente.

“Soy de Bogotá, pero mis padres son costeños. Mi mamá es cartagenera y mi papá momposino. En mi familia siempre había vivido la afrocolombianidad, sin embargo, hasta mis 26 años, nunca me había preguntado de dónde venían mis características físicas, el sabor al bailar o la comida que consumimos. Luego de hacer un diplomado sobre etnoeducación en la Universidad Distrital me reconocí, apropié mi identidad. Dije: soy afrodescendiente”.

En ese momento, Stefany halló mayor sentido a sus tradiciones familiares, a su cabello rizado y a su color de piel. No obstante, fue más allá: se preguntó si las niñas y niños que acompañaba todos los días en el aula también reconocían sus orígenes. Entonces se apropió de la Cátedra, reglamentada por el Decreto 1122 de junio 18 de 1998 para promover conocimientos sobre la comunidad afrocolombiana en los planes de estudios, el Proyecto Educativo Institucional y las actividades curriculares.

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Un sueño por la paz, la identidad y la inclusión

La profe entra al salón de 1º con la bata blanca que dice ‘Seño Tefy’ como le gusta que la llamen, su turbante de colores acomodado en la cabeza y una grabadora en la que pone champeta, ese género musical caribeño que tanto disfruta y no es extraño para sus estudiantes de 6 y 7 años.

Con el sonido de fondo, la docente suele amenizar sus clases de matemáticas, español, ciencia, religión y ética. Porque la Cátedra de Estudios Afrocolombianos no está en el horario de clases, es un espacio que se articula con los contenidos de todas las asignaturas.

“En religión, por ejemplo, hemos podido reconocer que cada estudiante trae creencias, cosmovisiones y costumbres muy diferentes. Recuerdo a un niño afro que decía que era ateo, que en su casa no creían en Dios. A pesar de esto, él respetaba si hacíamos una oración. De eso se trata la Cátedra, de generar empatía con el otro, reconocerlo, acogerlo y hacerle preguntas sin juzgarlo. Así generamos trabajo en equipo y una sana convivencia en el colegio”, asegura García.

Y continúa: “También en ciencia, hablamos del cuerpo humano y la identificación del color piel porque los niños no saben de dónde viene. Indagamos por el origen de sus familias y de esta manera los niños entienden por qué tienen la piel más clara o más oscura”.

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Matías Salinas Teherán, uno de los 15 estudiantes afrocolombianos que hay en el Marco Fidel Suárez, expresa que su profesora le ha explicado al curso que el lápiz que viene en las cajas de colores, al que llaman “piel”, no es el color que todos tienen. Cada quien tiene su propia tonalidad.

“Ella nos cuenta que unos nacemos negros porque nuestros papás también son negros. Todos tenemos un color piel diferente y eso nos hace únicos”, apunta el niño.

Mientras sigue sonado la champeta, Stefany les cuenta a las niñas y niños la historia de los ‘Baobabs’, los árboles milenarios de África que se están extinguiendo. ¿Qué se puede hacer para cuidarlos? ¿Por qué son tan importantes para la cultura africana? Son algunas de las preguntas que se resuelven en este espacio pedagógico.

Luego, cada estudiante dibuja y pinta su fruta favorita. Uno a uno, la pegan en el ‘Baobab’ dibujado la pared. La tarea para el día siguiente: traer la fruta para hacer un delicioso salpicón colombiano y explicar de dónde viene esta bebida.

De acuerdo con la docente Stefany García, la Cátedra de Estudios Afrocolombianos tiene su sello personal. Su intención, es enseñar a partir al arte, la música, la danza y hasta la gastronomía. La palabra rechazo o discriminación no tiene lugar en su clase.

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“He invitado a la clase al papá de un niño afro que es chef para hacer cocina multicultural. Esta es la oportunidad para hablar de la gastronomía del Pacífico y del Caribe; y para que los niños se sientan cómodos, porque para ellos es muy significativo moverse, probar e involucrarse en lo que aprenden. No les hablo del rechazo, los llevo a reconocer y preguntarse por la identidad de cada uno”, expresa.

Otro de los grandes logros de esta joven que soñó con ser profesora desde que era niña, ha sido involucrar a toda la comunidad educativa. Según manifiesta, las madres y los padres son muy colaboradores y están dispuestos a participar en las actividades.

“Los papás afro son muy abiertos a responder las preguntas que surgen cuando los invitamos al salón. Con ellos y los demás acudientes hemos hechos talleres y salidas al centro de Bogotá para hablar de nuestra historia. Siempre están a la expectativa, preguntando cuál es la próxima salida o en qué pueden ayudar”, añade la docente.

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La ‘afroteca’ sigue creciendo

Los esfuerzos de la ‘seño Tefy’ por involucrar la Cátedra en el currículo escolar se visualizan en el salón 101. Imágenes de instrumentos típicos como la marimba, y frutas como el ñame y el chontaduro son los ejemplos que la docente usa para que sus pupilos conozcan el abecedario.

La dedicación de esta profe del Distrito se ha convertido en un referente para sus colegas. Mediante encuentros periódicos, “trabajamos juntos en lo que hemos llamado ‘Diálogo de Saberes’. Ellos preguntan cómo realizar las clases, como abordar las temáticas e intercambiamos conocimientos sobre la afrocolombianidad”.

Además, sus prácticas pedagógicas, sus herramientas y su modo de ver lo que para ella fue inicialmente un descubrimiento personal, la han llevado a construir una ‘afroteca’, un valioso contenido que le gustaría hacer extensivo, no solo en beneficio de los 2.667 estudiantes del Colegio Marco Fidel Suárez, sino de todas las niñas, niños y adolescentes del Distrito.

“Con la Secretaría de Educación del Distrito estamos trabajando de la mano para involucrar aún más la Cátedra en la institución educativa. También quisiera sistematizar todos mis talleres para que otros tengan una ayuda extra en sus clases. Sería una guía para el docente, que incluya actividades para diferentes cursos y asignaturas”, concluye Stefany.

Cabe recordar que actualmente la Secretaría de Educación del Distrito brinda acompañamiento pedagógico en el fortalecimiento de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos a 51 Instituciones Educativas Distritales de 12 localidades.

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Esto a través de la “transformación subjetiva”, relacionada con el reconocimiento y valoración de la diferencia y diversidad cultural, étnica y de géneros en los colegios; y la “pedagogización de la diferencia étnico-cultural”, centrada en el fortalecimiento conceptual, didáctico y metodológico.

Además, la entidad avanza este año en la socialización e implementación de la Ruta de Atención Integral a casos de racismo y discriminación étnico-racial, promoviendo su conocimiento y difusión por parte de docentes, directivos docentes y orientadores escolares, quienes han mostrado gran interés por incorporarla en sus dinámicas institucionales. Así, se coordinan los esfuerzos de la entidad para implementar estrategias de eliminación del racismo y la discriminación racial en el sector educativo distrital. Dichas estrategias buscan consolidar herramientas y capacidades en el sector que le permitan prevenir, atender y garantizar los derechos de niñas, niños y jóvenes pertenecientes a los grupos étnicos.

Porque una ciudad educadora es una Bogotá Mejor para Todos.

 


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