ESCUELA MONTESSORI, MÁS DE SEIS DÉCADAS FORMANDO MAESTROS PARA LA INFANCIA

La Escuela Normal Superior Distrital Montessori acaba de acreditarse, por ocho años más, para seguir prestando el servicio de formación de docentes. Un logro que beneficia a toda la ciudad.

Enseñar es escribir en el corazón de un niño, y en este centro educativo llevan 67 años perfeccionando esas letras y plasmándolas en los miles de jóvenes que han preparado para ser maestros y maestras de la infancia.

A principios de este año, esta institución, insignia en Bogotá, renovó su certificación para operar como escuela formadora de docentes durante ocho años más, luego de cumplir una serie de requisitos y exigencias.

La Montessori es la única que ostenta este título en la capital de la República. “Nuestros bachilleres son académicos con profundización en pedagogía. La escuela es muy importante porque es la única Normal de carácter oficial y forma maestros y maestras que adquieren unas bases muy buenas para continuar su profesionalización en diferentes universidades. Esta escuela es la alma máter de los maestros”, explica Eliana Hernández, rectora del centro educativo.

En Colombia, hoy por hoy, existen tan solo 137 escuelas normales. Muchas han desaparecido por no cumplir a cabalidad con los requerimientos determinados por el Ministerio de Educación. De ahí la importancia de la certificación obtenida recientemente por la Montessori, un logro para toda la comunidad educativa que conforma esta institución.

Sandra Riaño Palencia es exalumna, egresada en el año 1993. Ella agradece profundamente el sentido crítico que le inculcaron en esta escuela normal. Debido a eso, y a que ha dedicado los últimos 25 años de su vida a ser maestra, decidió que sus dos hijos también estudiarían en la Montessori, y así fue. “El proceso de ahora es muy valioso porque implica un componente de investigación y análisis social. Yo decidí que mis hijos estudiaran acá porque siento que se desarrollan pensamientos críticos y por el contexto de la oportunidad de tener maestros motivados a dar nuevas tecnologías”, afirma Sandra, quien además representa a los egresados en el Consejo Directivo.

A diferencia de la época en la que ella se graduó de la Normal, hoy se cuenta con un ciclo complementario, es decir, los grados 12.º y 13.º, que se cursan por semestres y que implican un proyecto de investigación de los estudiantes, no solo para obtener su título como formalista superior, sino para contribuir al desarrollo y el fortalecimiento del ejercicio pedagógico.

Helen Daniela Pineda tiene 20 años y, en 2018, se graduó como formalista superior. Ella confiesa sin miedo que antes no quería ser maestra, pero, con el tiempo y su experiencia en la Montessori, tomó una decisión que califica como “maravillosa”.

Sus prácticas, las rurales las hizo en la vereda de Quiba Baja, en Ciudad Bolívar, y las urbanas en el colegio Gustavo Restrepo IED, le sirvieron para mucho más que simplemente graduarse del colegio. “Mi mayor satisfacción fue cambiar mis ideas y paradigmas”, señala esta joven cuyo proyecto de investigación se llamó “Una expresión particular, una propuesta desde las artes integradas, con estudiantes en condiciones de discapacidad”.

“Siempre hay un tabú al trabajar con esta población. Uno piensa que es muy difícil, que no me van a prestar atención, pero las limitaciones son imaginarias. La escuela recibe las diversidades, que muchas veces ni siquiera son entendidas en el hogar”, afirma Helen Daniela.

El ciclo complementario se nutre del ciclo básico, y viceversa, lo que crea una sinergia entre toda la comunidad educativa que redunda a su vez en el perfeccionamiento de los procesos. Ana Lucía Rosero Figueroa es profesora de primaria y subraya lo valioso que es que los niños y las niñas de la Normal sean “receptores del trabajo de los más grandes del ciclo complementario, porque se benefician de su novedad y creatividad, ya que los de grados 12.º y 13.º hacen prácticas con los de primaria”.

De otro lado, María Edith Gómez, profesora del ciclo complementario, apunta que “las escuelas normales hacen una articulación perfecta frente a la formación de futuros maestros por el mismo hecho de estar dentro de instituciones donde están todos los ciclos educativos. Es así como el estudiante cumple un doble rol, el de su condición de estudiante, pero también de futuro maestro, y esa doble condición permite que el estudiante genere una mejor respuesta de lo que son las dinámicas escolares”.

La rectora de la institución, a su vez, destaca el hecho de que los maestros de la institución sean inquietos, cuenten con una formación idónea y tengan producción académica.

Omar Gutiérrez González es uno de ellos. Actualmente, es docente del programa de formación complementaria y es doctor en Ciencias Sociales. Para él, la Normal Montessori es “un tesoro”.

Este maestro, que ha llevado su experiencia hasta México y España, entre otros países, asegura que la Escuela Normal Superior Distrital Montessori es un centro educativo al que acuden personas de todas las localidades de Bogotá y de todas las regiones de Colombia.

“Acá hay componentes pedagógicos de contexto y de investigación. Conectarse con las preguntas qué es la comunicación, qué es la infancia, qué tiene que ver estar con niños y qué tiene que ver la educación hoy, siglo XXI, hace valioso el ejercicio que desde acá desarrollamos”, apunta Omar.

Además de estar orgulloso de que la Montessori sea referente a nivel nacional, este maestro resalta el hecho de que muchos de sus colegas son egresados de allí.

Dentro de los programas por destacar está Viajes, Rutas y Expediciones Pedagógicas, que permite a los estudiantes ir a distintas partes del territorio nacional para conocer otras realidades, y los programas de lectoescritura y emisora escolar.

La Escuela Normal Superior Distrital Montessori está lista, como siempre, para recibir a las nuevas generaciones en sus aulas y formarlas como maestros críticos que marquen a su vez la vida de los niños y las niñas de la ciudad y del país.