Fecha de publicación: Lun, 20/05/2019 - 18:37

El profe que enseña que los sueños son más grandes que la adversidad

Cuando los estudiantes del profe Hugo se animaron a hacer autómatas en madera, y no solo en papel y cartón, se enfrentaron a un enorme problema: la carencia de las máquinas necesarias para su elaboración. Pero este maestro, un titán de la superación, les mostró el camino para lograrlo. Esta es su historia.

Superación, esta es la palabra que mejor define al maestro Hugo Fernández Pardo. A este licenciado en Electromecánica del colegio Altamira Sur Oriental, ubicado en la localidad de San Cristóbal, la vida le había deparado, desde su infancia, un camino marcado por dificultades que hubiesen desanimado a cualquiera; sin embargo, para él fueron sucesivos retos que alimentaron su lucha por alcanzar sus metas, una a una, y ser hoy un ejemplo para sus alumnos.

A través de sus clases de Tecnología e Informática, hace que sus estudiantes aprendan sobre este campo de la ciencia que brinda cada vez más oportunidades profesionales a las nuevas generaciones y, paralelamente, siembra en ellos un espíritu de lucha que los impulsa a conquistar sus proyectos de vida: “Trato de enseñarles esa experiencia que yo he tenido, de ayudarles a vivir, a transformar su realidad y que ellos puedan superarse también”, expresa el maestro.

El profe Hugo conoce muy bien las realidades y dificultades de muchos de sus estudiantes: las vivió en carne propia: “Son comunidades deprimidas que necesitan mucho. Con ellos se pueden hacer muchas cosas, creo que eso es lo que me motiva e impacta como maestro”.

La fuerza de perseverar

Profe Hugo

Hoy, a sus 58 años, recuerda que llegó a este sector de la ciudad con sus padres y hermanos cuando apenas tenía tres años de edad. “Nosotros vivimos en medio de dificultades económicas porque mi papá y mi mamá fueron desplazados por la violencia en los años 50. Ellos eran campesinos de Sumapaz y, en esa época, lo perdieron todo”, cuenta.

Las dificultades económicas, propias de esta situación, hicieron que su proceso de formación fuera lento. Terminó a los 15 años la primaria, por su propio esfuerzo y con el apoyo de su padre. De esa época, recuerda: “A mí y a mis hermanos nos tocó salir a trabajar desde muy pequeños. Yo, a los 11 años, ya trabajaba en una panadería por acá; recorría el barrio repartiendo pan por las tienditas”.

Como tenía que trabajar, dejó de estudiar por largo tiempo; sin embargo, no renunció a su meta de continuar los estudios, de ser ‘alguien’, y dio otro paso adelante.

Entró al SENA para aprender carpintería y obtuvo su Certificado de Actitud Profesional; posteriormente, estudiando en la nocturna, también conseguiría, a los 31 años, su cartón de bachiller, en el colegio parroquial Adveniat. Luego, saltó a la conquista de su siguiente meta: realizar su licenciatura en Electromecánica en el Instituto Técnico Central, en convenio con la Universidad de la Salle, carrera que culminó a los 40 años.

Unas manos sosteniendo madera

Su más reciente logro académico, obtenido hace dos años, fue terminar su maestría en Educación en la Universidad Pedagógica Nacional.

Aunque su interés inicial era convertirse en ingeniero, optó por la docencia, y hoy no se arrepiente. “Para mí, ser maestro ha sido la experiencia más bonita, y me siento realizado porque siento que uno le puede aportar a su comunidad, que hay mucho por hacer y que uno también ha vivido las condiciones que rodean a los estudiantes”, dice.

Su carrera como docente inició precisamente en el Adveniat, donde egresó como bachiller y donde demostró su vocación por la docencia; luego, fue maestro del Distrito en el colegio Juan de la Cruz Varela, ubicado en la localidad de Sumapaz, por casi siete años, dos años y medio de los cuales ejerció como provisional, pero su pilera, construida a punta de constancia y tesón, lo llevó a conquistar su lugar como docente de planta, tras ganar un concurso de méritos.

El profe Hugo

El colegio Magdalena Ortega de Nariño también tuvo el privilegio de contar con el profe Hugo en su planta por aproximadamente tres años, pero las grandes distancias y las dificultades de desplazamiento entre su casa y el colegio lo llevaron a solicitar un traslado para estar más cerca de su lugar de vivienda. Esto lo llevó a su vez a su actual institución educativa, el colegio Altamira Sur Oriental.

A este colegio llegó en 2014, con toda su experiencia de vida y su comprobada vocación docente, para desarrollar una propuesta pedagógica desde la cual desafió la incredulidad y demostró que la tecnología, mediante la elaboración de autómatas y la construcción de tres máquinas que involucran la participación de sus estudiantes, es eso: aprender a resolver los problemas que plantea el entorno de manera creativa, planificada y para el beneficio de todos.

Crear tecnología, ¿quién dijo que no se puede?

Un estudiante con una maquina de madera

La clase de tecnología del profe Hugo, actualmente dirigida a estudiantes de los grados 5.º, 9.º, 10.º y 11.º, no se queda en la sala de informática, es todo un taller de aprendizaje contextualizado, acompañado por la reflexión, para desarrollar el pensamiento tecnológico de sus estudiantes.

El tema central de sus clases, en las cuales aplica la metodología ‘aprender a ser desde el hacer’, gira en torno a la creación de figuras en origami básico y de autómatas simples (figuras de seres animados con un mecanismo básico, como las palancas, para darles movimiento), elaborados con papel y cartón.

Un niño con un juguete de sapitos

En la elaboración de estas figuras, se ponen en juego aprendizajes fundamentales del pensamiento tecnológico: la investigación, la planeación, el análisis, el diseño y la exploración de materiales, involucrando aprendizajes como el dibujo técnico. “Hay que planear para hacer; hay un proceso tecnológico, de gestión, que nos permite pensar ¿cómo es?, ¿qué vamos a obtener?, ¿dónde vamos a conseguir las cosas?, ¿cuáles son los tiempos que vamos a utilizar? y, luego, trabajar, esa es la gestión, esto es tecnología”, indica.

Sobre este tema, agrega que, en el origami y la elaboración de autómatas, se diseña, se construye, se manipulan materiales, herramientas, hay normas, y todo eso es tecnología: “Usamos el computador para bajar información, para hacer documentos, para diseñar”, explica, y señala que durante este proceso surgió la idea de hacer autómatas de madera, un recurso que domina gracias a sus conocimientos en carpintería.

EL profe Hugo con un estudiante

“Cuando empezamos a trabajarlos en madera, nos encontramos con el problema de que no teníamos herramientas ni maquinaria. Para resolverlo, les propuse diseñar las herramientas y las máquinas que necesitamos, y llevo tres años en eso, trabajando esa parte”, cuenta el maestro quien así, les demuestra a sus estudiantes, con el ejemplo, que no se debe desistir de alcanzar las metas al primer obstáculo.

De esta manera, la carencia de herramientas y máquinas fue convertida por este titán de la superación en una oportunidad de aprendizaje: “Había cierta resistencia y no me creían”, recuerda, pero, acostumbrado a lograr lo que se propone, hizo surgir, a punta de decisión, perseverancia y creatividad, con la participación de sus estudiantes, las máquinas necesarias para dar vida a las figuras en madera y permitir, en este proceso, que sus alumnos conocieran los secretos de su funcionamiento.

EL profe Hugo con una maquina de madera

Fue así como motivó a sus alumnos de los grados 9.º, 10.º y 11.º a ponerse manos a la obra y a participar en la creación de una sierra sinfín (ya terminada) y una caladora de banco (todavía en proceso, pero en funcionamiento). A partir de una lluvia de ideas, comenzaron a esbozarse las máquinas con dibujos a mano alzada y el desarrollo de conceptos sobre dibujo técnico, aplicados al diseño y cálculo de los diferentes mecanismos.

Durante el proceso de elaboración de los prototipos y las estructuras de las máquinas, no fue fácil para los estudiantes comprender el análisis y la interpretación de planos, esquemas y conceptos de mecánica. Para lograr su apropiación, y como parte de su metodología pedagógica, que enfatiza la convivencia en el aula, el profe Hugo motivó el trabajo en equipo, con el fin de que los estudiantes con mayores habilidades lideraran el proceso y apoyaran a aquellos que presentaban dificultades.

Y las máquinas, con sus estructuras en madera, empezaron a surgir a partir del reciclaje de materiales en desuso: “Le pedí a la rectora las tapas de unas mesas en cedro que estaban arrumadas, y se fueron transformando”, explica, y agrega que también se aprovecharon en la elaboración de estos artefactos discos de sierra obsoletos y tornillos recuperados. “Se empezó a trabajar la parte de diseño, de dibujo, de cálculo. Yo les traía las piezas y aquí ensamblábamos, armábamos, y así fueron saliendo”, al igual que otras herramientas en madera, como cepillos y presas.

El rpofe Hugo con dos estudiantes y la máquina de madera

Asimismo, para fortalecer este proceso, el profe participó en el programa Innovadores Pedagógicos de la Secretaría de Educación del Distrito y, en el desarrollo del curso Programación Tangible, diseño y elaboró una máquina de control numérico computarizado (CNC), la cual permitirá a sus estudiantes incursionar en la programación a partir de un software libre para el diseño y la elaboración de las piezas en madera.

“La CNC es una fresadora. Lo innovador es que podamos incluir los sistemas dentro de una máquina. Tiene un motor tool que se instaló en un mecanismo que se maneja con tres motores para trabajar las tres dimensiones del espacio. A partir de programas, de un hardware electrónico y unas tarjetas, podemos diseñar las formas y, de esta manera, se le da la orden de lo que se ha diseñado y ella hace las formas en madera”, explica el maestro sobre el funcionamiento de esta máquina que está terminada en un 90%.

El profe Hugo con la maquina de madera

Mientras se preparan para dar a luz los primeros autómatas en madera, el profe Hugo ya empezó a impulsar un semillero denominado Autómatas como Expresión, Arte, Ciencia y Tecnología, un proyecto que busca llegar, con esta experiencia pedagógica, a todos los estudiantes del colegio interesados en aprender ciencia y tecnología desde la construcción de autómatas para recrear obras literarias leídas por los estudiantes, elaborar herramientas tecnológicas y aprovechar materiales a través del reciclaje.

De esta manera, la clase del profe pretende que sus estudiantes comprendan que, más allá del generalizado consumo de dispositivos electrónicos que vive hoy la sociedad, también pueden convertirse en creadores de soluciones tecnológicas frente a los retos que plantea el entorno para mejorar la calidad de vida de todos.

Y algo que también resulta fundamental para la definición de sus proyectos de vida: dejar en ellos eso que la vida le enseñó desde pequeño, ser perseverantes hasta superar los obstáculos y comprender que los sueños son más grandes que la adversidad.

Por: Ana María Martínez J.
Fotos: Juan Pablo Duarte


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