Fecha de publicación: Vie, 17/05/2019 - 10:45

Correo a la Libertad, una iniciativa para educar

Ruth Yamile Carrillo Ochoa, profesora del colegio Codema, lidera un proyecto educativo que comunica, a través de cartas, a estudiantes del plantel educativo con internos de distintas cárceles del país.

“Amo ser profesora. Me gusta compartir con los estudiantes y sentir que cada día es un nuevo espacio de aprendizaje para ellos y para mí. Soy feliz siendo docente, pues desde acá puedo aportar día a día a la construcción de una sociedad mejor”, dice entre risas la profe Ruth Yamile Carrillo, quien ha dedicado los últimos 17 años de su vida a la docencia.

De cabello corto y sonrisa contagiosa, esta maestra de Español y Literatura de los grados 8.º y 9.º de bachillerato del colegio distrital Codema, ubicado en la localidad de Kennedy, habla de la importancia de la educación y de sus proyectos con mucho entusiasmo. Asegura que ve con preocupación la gran cantidad de niños que evidencian abandono o falta de acompañamiento de calidad por parte de sus padres.

Para ella es muy triste ver tantas familias en las que la comunicación real, sincera y afectiva entre padres e hijos es mínima o no existe. Por tal razón, decidió generar un espacio de reflexión, de comunicación, de participación, de encuentro y diálogo que busca incluir a las familias y fortalecer sus lazos.

Yamile fue madurando la idea y creó Correo a la Libertad, un proyecto que se transformó posteriormente gracias a una compañera del colegio, Clara Onatra, quien puso en sus manos el borrador de un texto escrito por un amigo suyo, en la cárcel. Quería que lo leyera con el propósito de indagar si el material servía para una novela.

“El texto me pareció excelente. Durante el proceso de edición y publicación de esa novela, que se llamaría Versiones, y como parte del trabajo de mi maestría, decidimos con el autor, Diego Raúl Rodríguez Ostios, iniciar el intercambio de correspondencia entre los internos que tenían interés en la construcción de textos literarios y algunos de mis estudiantes que, gozosamente, aceptaron la propuesta”.

Fue allí donde Yamile vio, en las creaciones literarias carcelarias, una oportunidad comunicativa. Desde hace seis años, el proyecto se enfoca en la interacción, a través de cartas de los estudiantes, con personas privadas de la libertad: “Hemos trabajado con las cárceles La Modelo, La Picota, La Esperanza, la de Guaduas, la cárcel de Villavicencio, la de Chiquinquirá, la de El Buen Pastor y la de Cómbita. Buscamos que los jóvenes se interesen por la lectura, que mejoren sus habilidades comunicativas, que tengan un público para sus producciones literarias, pero, sobre todo, buscamos que conozcan y comprendan la realidad del país en el que viven”, señala la profe.

La profe Ruth Yamile leyendo su libro

De esta forma, Correo a la Libertad creció más de lo que ella esperaba. “Esas historias, esas comunicaciones han sido recopiladas y plasmadas en tres libros, y ya estamos trabajando en el cuarto; y todas llevan el nombre del proyecto”.

Así se han ganado los premios Idep y el Nacional al Docente BBVA. “Hacemos reuniones semanales con los estudiantes para dialogar, leer, escribir y, aunque a veces la correspondencia se demora bastante o se cierran los ciclos de escritura, por diferentes causas, nos mantenemos comunicados y escribiendo constantemente”, señala.

Son muchas las preguntas resueltas por los reclusos en este libro de 111 páginas: ¿Cómo te sientes?; ¿Cómo es la vida allá? ¿Cómo va tu caso en la parte legal? ¿Qué sientes que te hace falta o qué necesitas? ¿Qué tienes ahora que no tenías antes?... Preguntas que se convierten en historias escritas en diferentes géneros. Hay cuentos, poesías, crónicas.

En Correo a la libertad, por ejemplo, se puede leer el siguiente fragmento de una carta que envió Luis Carlos Nivia Castro, del patio 2B, titulada Karen y Mafalda:

“El enfrentarse a la vida es un error sin prever el futuro, y no tengas miedo, vencerás. Uno no está preparado para la vida, la vida lo va preparando todo. Algunas personas no saben vivir la vida, solo piensan en la maldad y no piensan en el mal que les causan a las demás personas. Estoy aquí en este sitio llamado cárcel Modelo, no por culpable, pero la justicia es complicada”.

Amando lo público

Desde niña, Yamile Carrillo jugaba a ser profesora, y el juego se hizo realidad. Es licenciada en Lingüística y Literatura de la Universidad Distrital, con maestría en Educación hecha en su alma mater, pero su formación no paró ahí. Actualmente, estudia Inglés y hace un doctorado en Educación en la Universidad de la Salle, de Costa Rica. A ella, sostiene, la educación pública le abrió y le sigue abriendo muchas ventanas y puertas al mundo.

Tampoco para de crear proyectos para los alumnos. Paralelo a Correo a la Libertad, Yamile quiere implementar ahora un proyecto de aprendizaje ético, social y emocional. Según ella, hay jóvenes desorientados y confundidos. Por ello, trabaja en un proyecto sobre las emociones y la orientación ética. “Hay que aportarle a la educación, hay que aportarles a los jóvenes. Ellos son muy talentosos y hay que creer en ellos, pero hay que darles las herramientas adecuadas. Hoy en día, la educación es más incluyente, la educación pública es buena y cada día mejora más, y este es un buen espacio para apoyar y creer en los estudiantes”, destaca.

Está segura de que los maestros pueden hacer mucho por los jóvenes: “Solo necesitamos el apoyo de todos, de los estudiantes, de los padres, de los docentes y de la sociedad. Esta profesión tiende a ser poco valorada, parece no tener tanta importancia y eso no tiene sentido. Los docentes somos una columna fundamental en la construcción de la sociedad. Somos quienes fundamentamos la esperanza de que una nueva sociedad es posible”, comenta mientras al fondo se escuchaban las risas y la alegría de los estudiantes del colegio Codema en su salida a descanso.

Esta amante de la lectura, del arequipe y del yoga considera que sus alumnos la ven como una docente comprensiva y preocupada por lograr que ellos reciban en el colegio una buena formación: “Ellos confían en mí. Me cuentan sus problemas y yo los escucho y trato de darles un buen consejo. Muchos de ellos me cuentan cosas que no se atreven a contarles a sus padres. Eso me compromete aún más, es muy importante mejorar la comunicación dentro de la familia”, asegura con tono lento y mucha tranquilidad, su mayor virtud.

“Esa es mi vida. Una vida dedicada a aprender de mis estudiantes y a enseñarles”, comenta Yamile, quien vive en el barrio Tierrabuena y, cada día, camina cerca de 10 minutos para llegar a la cita infaltable que tiene con sus alumnos en el salón clase.

La profe Ruth Yamile mostrando un libro

Admiradora de Nelson Mandela, preocupada por el cuidado del medio ambiente y consciente de que el amor puede cambiar vidas, la profe Carrillo, no se despide sin dejar un mensaje a sus estudiantes: “Les pido que valoren la educación pública, que estudien y la aprovechen”. También quiere transmitirles unas palabras a los padres de familia: “Amen a sus hijos, porque, aunque parezca extraño, en muchas familias falta el verdadero amor, incluso muchos estudiantes creen que el amor no existe, pero solo el amor es nuestra posibilidad de estar bien, de realizarnos, de ser felices”.

En medio de sonrisas, dice adiós y se va tarareando su canción favorita, Tu boca, de Joan Manuel Serrat.


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